El Estuario alberga más de 160 especies de aves, 308 especies de planta, 87 especies de peces y 20 especies diferentes de anfibios y reptiles. Entre estas, encontramos 16 especies consideradas como elementos críticos: especies de flora y fauna ― raras y únicas en Puerto Rico ― vulnerables o en peligro de extinción. Algunas de ellas son la mariquita, la palometa y el falcón peregrino, entre el grupo de las aves; el árbol de la cobana negra y algunos reptiles, como el tinglar y el carey de concha, que utilizan las playas arenosas en el área de Vacía Talega-Piñones para depositar sus huevos durante la época reproductiva. Unas 300 especies de plantas de humedal habitan en el Estuario.
El Programa del Estuario de la Bahía de San Juan auspicia anualmente un censo de aves conocido como el Censo de Aves Navideño Gamaliel Pagán Hernández. Los datos obtenidos se utilizan para estudiar los patrones y dinámica poblacional de las aves que habitan el EBSJ a través del tiempo.
La actividad de observación de aves (“birdwatching”) es la actividad recreativa de mayor crecimiento en el mundo. Además, genera una industria de aproximadamente $25,000 millones anuales en los Estados Unidos, Canadá y México. El Estuario, con más de 160 especies de aves reportadas, fomenta el desarrollo de esta industria, particularmente durante el invierno. Esa es la temporada cuando más especies de aves se observan en la zona y coincide con la temporada turística en nuestra isla. El éxito de esta industria depende del buen manejo y conservación de los recursos naturales.
Por otro lado, los peces del EBSJ tienen mucha importancia económica y recreativa, como es el caso de la pesca tipo captura y liberación del pez sábalo en la Laguna San José. Este tipo de pesca consiste en la captura del pez, que luego es liberado nuevamente en su hábitat sin ocasionarle daño. Anualmente, más de 1,200 turistas visitan Puerto Rico, específicamente el EBSJ, para disfrutar de este deporte. Esto implica que la pesca deportiva en el EBSJ podría estar aportando a la economía local unos $1.5 millones anuales.
VIDA SILVESTRE
La vida silvestre es un componente determinante de este gran ecosistema del cual los seres humanos somos parte. No obstante, consciente o inconscientemente, degradamos y o destruimos sus hábitats mediante la contaminación y otras perturbaciones relacionadas con nuestro diario vivir. Estas son algunas de las causas principales que afectan la diversidad y abundancia de las especies de flora y fauna.
Más de 160 especies de aves, 124 especies de peces y 19 especies de reptiles y anfibios han sido observadas o identificadas en la región que abarca el Estuario de la Bahía de San Juan.
La destrucción y degradación de hábitats, la contaminación y otras perturbaciones relacionadas con los humanos son algunas de las causas principales que afectan la diversidad y abundancia de nuestras especies de las mismas.
Muchas de las acciones de nuestro Plan Integral de Manejo van dirigidas a mejorar y mantener este ecosistema. Nuestra finalidad es que sustenten una diversidad óptima de la flora y fauna, a la vez que permita el uso recreativo de sus recursos.
En el Estuario hay más de 300 especies de plantas de humedal. Estas se extienden a lo largo de hábitats costeros, acuáticos y marinos.
Las cuatros especies de mangle que crecen en el Estuario son:
- El mangle rojo (Rhizophora mangle) se halla en los márgenes de las bahías y canales del Estuario. La semilla germina en una plántula cuando todavía está en el árbol.
- El mangle negro (Avicennia germinans) posee estructuras llamadas neumatóforos las cuales adquieren oxígeno directamente de la atmósfera.
- Las otras especies de mangle que se encuentran en el Estuario son el mangle blanco (Laguncalaria racemosa) y el mangle de botón (Conocarpus erectus).
Los mangles proveen un sinnúmero de beneficios, entre los que destacan la protección de las costas contra el oleaje y la erosión. Más aún, son áreas de alimentación, apareamiento, anidaje y descanso de aves, crustáceos y reptiles.
La introducción de especies exóticas — que eventualmente se puedan convertir en invasoras y dañinas — es considerada como una de las grandes amenazas a la biodiversidad mundial. Esto, debido a que las especies invasoras compiten por espacio y alimento, y en algunos casos depredan intensamente a las especies nativas.
En el EBSJ se han identificado tres especies invasoras asociadas a los ecosistemas acuáticos. Estas son la iguana verde o gallina de palo (Iguana iguana), el caimán (Caimán cocrodilus) y el pez león (Pterois volitans).
A fin de controlar estas especies invasoras, el Programa del EBSJ lidera una acción específica dirigida a:
- identificar las aéreas en el EBSJ donde se hayan observado y documentado impactos por estas especies invasoras;
- desarrollar e implantar estrategias de control de las poblaciones de estas especies, e
- implementar campañas de educación sobre los impactos a la fauna nativa.
Mediante la implementación de esta acción, a largo plazo, lograremos ecosistemas estuarinos saludables y resilientes ante los cambios climáticos.
HÁBITAT
Algunos de los ecosistemas que se encuentran en el Estuario son lodazales, ciénagas, manglares, yerbas marinas, comunidades coralinas y playas arenosas. Estos albergan comunidades biológicas muy ricas y diversas.El bosque de mangle más grande de Puerto Rico ubica en el EBSJ, y es parte de la Reserva Natural del Bosque Estatal de Piñones.
El mangle es un árbol capaz de proteger las costas del fuerte oleaje, mantener el agua limpia, promover las pesquerías, ser fuente de medicamentos, permitir el desarrollo de arrecifes coralinos y sustentar ― todo al mismo tiempo ― una diversidad de aves y otras criaturas. Esto sin contar que controla inundaciones y promueve actividades recreativas y científicas.
Particularmente, el mangle rojo (Rhizophora mangle), es un árbol que habita en el mismo borde entre el mundo terrestre y el acuático. Las raíces sumergidas del mangle rojo proveen uno de los habitáculos más importantes y curiosos conocidos en el mundo marino. De hecho, se les considera el vivero de los mares tropicales. Eso se debe a que más del 80% de los peces que habitan en los arrecifes de coral y otros ambientes marinos profundos pasan parte de su etapa juvenil protegiéndose y alimentándose entre sus raíces. De esta forma, sustentan toda una diversidad de especies y benefician la pesca en los mares tropicales.
Asimismo, los manglares mejoran la calidad de las aguas en la costa pues sus raíces actúan como trampas naturales que retienen los sedimentos. También, inmovilizan contaminantes como pesticidas y nutrientes en exceso, antes que lleguen al océano. Al mejorar la calidad de las aguas en la costa, los manglares permiten el desarrollo de comunidades como los arrecifes de coral y herbazales marinos que dependen de aguas claras para subsistir. Además de retener los sedimentos, amortiguan el fuerte oleaje y protegen la costa de la erosión. Por ejemplo, la energía de una ola puede ser reducida en un 75% al pasar por una franja de manglar de apenas 200 metros.
El desconocimiento sobre los servicios que nos ofrecen los manglares provocó que la Resolución Conjunta Número 7 del 13 de mayo del 1927 autorizara al gobierno de Puerto Rico a vender manglares del Pueblo de Puerto Rico para ser desecados por considerarlos “altamente perjudiciales a la salud, por ser criaderos de mosquitos y consecuentemente focos de malaria y otras enfermedades y terrenos improductivos”. Tuvieron que pasar 78 años para que se reconociera cuán relevantes son los manglares. Este reconocimiento quedó plasmado en la Ley 60 del 20 de agosto de 2005, que derogó aquella resolución.
Consciente de la importancia de los manglares, el Programa del Estuario de la Bahía de San Juan con la colaboración de voluntarios y otros aliados ha sembrado sobre 3,000 plántulas de mangle rojo en lugares donde el manglar fue destruido, como en la Laguna del Condado y la Península La Esperanza en Cataño.
Las comunidades coralinas y los hábitats relacionados con estas se encuentran principalmente en las entradas al mar en la Bahía de San Juan y la Laguna del Condado. Esta última es la laguna con la mayor biodiversidad acuática en el sistema del Estuario.
Para mejorar las comunidades acuáticas, el Programa del Estuario de la Bahía de San Juan colocó 45 módulos de arrecifes artificiales en el fondo de la Laguna del Condado. Estos módulos, conocidos como “Taíno Reefs”, imitan las estructuras de los arrecifes coralinos para crear hábitats nuevos en el fondo marino. Esto permitió que en nueve meses aumentara la cantidad y diversidad de peces. A los seis meses se observaron las primeras colonias de coral en crecimiento.
La Naturaleza atraviesa por su momento más crítico y necesita que ayudemos a conservarla y protegerla. Con el uso adecuado y prudente de la tecnología podemos crear las condiciones adecuadas que le permitan restaurarse por sí misma, aunque jamás podremos sustituir sus procesos.
Las dunas son grandes acumulaciones de arena en la playa que funcionan como barreras que nos protegen del fuerte oleaje del mar. Estas almacenan la arena que luego liberan para formar las playas que tanto disfrutamos. ¡Sin dunas no hay playas!
Consideradas ecosistemas costeros, las dunas actúan como albergue y fuente de alimento para plantas y criaturas como el cangrejo ermitaño. Algunas plantas que encontramos en las dunas son la uva de playa (Coccoloba uvifera), el bejuco de playa (Ipomea sp) y la yerba de sal (Spartina). A su vez, las plantas son muy importantes para la duna, pues atrapan la arena que viene con el viento y aumentan su acumulación.
Por su importancia, el Programa del Estuario de la Bahía de San Juan organiza e implementa proyectos de restauración y creación de dunas en diferentes puntos del litoral metropolitano. Estos proyectos consisten en la colocación de sistemas para retener la arena, y en la siembra de vegetación costera como el bejuco de playa (Ipomea), la uva playera (Coccoloba uvifera) y la yerba de sal (Spartina).
Estos esfuerzos se realizan con residentes de las comunidades vecinas. Ellos se convierten en ciudadanos científicos, aportan con su compromiso, dedicación y tiempo y son, indudablemente, los verdaderos héroes de la restauración.
Los árboles del Estuario refrescan el ambiente al producir buena sombra, lo que reduce el uso de combustible fósil necesario para operar acondicionadores de aire en la casa y o en la oficina.
- Un árbol grande en una casa equivale a 10 acondicionadores de aire encendidos durante 20 horas diarias.
- Sembrar árboles alrededor de los edificios reduce el uso de acondicionadores de aire en un 30%.
- Estudios recientes revelan que un árbol maduro elimina 48 libras de gases de invernadero (CO2) en solo un año.
- Un árbol maduro produce 260 libras de oxígeno en un año.
- Un árbol grande produce todo el oxígeno que necesitan dos personas.
- Los árboles filtran los contaminantes del aire y limpian las aguas de escorrentías en la ciudad.
Además, los árboles le imparten belleza y valor estético al entorno, proveen hábitat para la vida silvestre y reducen el ruido de la ciudad.
Te invitamos a navegar nuestro sitio web para conocer en detalle todo lo que comprende el singular y maravillo recurso natural que es el Estuario de la Bahía de San Juan y los esfuerzos para su restauración, protección y mantenimiento que llevamos a cabo.